Lograr una vivienda accesible es una labor costosa y complicada, lo ideal sería que las viviendas ya estuviera adaptadas desde su  construcción. Una población más longeva y la mejora de la autonomía de las personas discapacitadas y/o con minusvalía hacen más necesario el avance hacia una vivienda accesible así como edificios públicos y accesos comerciales.

 

Cada estancia e instalación debería contar con los criterios de accesibilidad universal, y poder ser utilizada por cualquier persona de forma autónoma y segura. Es posible que cuando alguien compra una vivienda no valore en aquel momento los elementos de accesibilidad, pero quizá algún día los necesite, y por tanto se debería tener en cuenta en el momento de la adquisición.

Es España sólo el 23% del parque de viviendas existentes se pueden considerar accesibles, el 77% restante no lo es. Delos 3,85 millones de personas con discapacidad y/o minusvalía que hay el territorio español, más de la mitad se encuentran con problemas en el hogar. Los espacios más problemáticos acostumbrar a ser las escaleras(43,3%) y los baños(29,8%).

Pero si en la mayoría de los edificios antiguos existen barreras arquitectónicas, los nuevos hogares residenciales que  se construyen con zonas comunes tampoco son una excepción. Se recoge así en los estudios estadísticos, sólo el 24% de las edificaciones disponen de estos elementos comunes, tales como jardines, piscinas o zonas de juegos infantiles, y el 39,6% de ellas las puertas de acceso son demasiado pesadas o no tienen la  anchura  suficiente.

Otro de los inconvenientes es la existencia de escalones sueltos que pueden suponer un obstáculo para las personas con minusvalía o discapacidades motrices. Esta circunstancia se presenta en el 41,1% de los casos. En ese sentido tan solo el 10,4% de las comunidades disponen de una rampa alternativa o una plataforma elevadora para salvar los escalones encontrados al paso de los itinerarios. Así pues, pese a los innegables avances, los datos demuestran  que España aún está años luz de llegar a ser un país con igualdad de oportunidades en materia de accesibilidad.

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Es en la entrada de los edificios donde se concentran la mayoría de los problemas, el 85% de ellos cuentan con escaleras, rampas mal diseñadas, ascensores que no disponen de accesos o dimensiones correctas, etc. Según las recomendaciones los porteros automáticos, los interruptores, los timbres, o los buzones deberían estar situados a una altura de 1,20 metros. La anchura mínima de los pasillos debería ser de 0,90 metros, y debería contar con espacios de al menos 1,20 metros para permitir el giro de una silla de ruedas.

Es por ello que una plataforma vertical es la solución para eliminar las barreras arquitectónicas. Cuando la arquitectura de la  escalera no permite instalar una silla o una plataforma salvaescaleras, para no reducir el espacio útil de la escalera, lo más aconsejable es situar una plataforma elevadora vertical en un espacio aparte. Se trata de un dispositivo hidráulico que permite subir a más de una persona, en sillas de ruedas, o con cargas adicionales.

Es habitual el uso de plataformas elevadoras verticales en edificios públicos, pero también en edificios residenciales particulares, y pueden situarse tanto en interiores como en exteriores.

Una de sus principales ventajas es la facilidad de su instalación ya que no es necesaria la ejecución de obras ni precisa de sala de máquinas.

Los diferentes diseños y acabados permiten su total adaptación a la arquitectura o interiorismo del edificio. Las plataformas elevadoras verticales permiten eliminar las barreras arquitectónicas y garantizan la accesibilidad a personas con minusvalía.

 Todo ello favorece la seguridad de las personas que necesitan de una silla de ruedas para moverse dentro y fuera de sus hogares, manteniendo su independencia y autonomía personal. Gracias a la instalación de plataformas elevadoras verticales promulgamos la normalización a los accesos, todos tenemos un derecho adquirido y es de poder movernos.

Departamento de Comunicación.